Uno de los lemas revolucionarios más conocidos de nuestra historia, y
que aún continúa vigente (y en la actualidad aún más, con respecto a los
difíciles tiempos en los que vivimos), surgió en los inicios de la edad
contemporánea, concretamente el año 1789, en plena Revolución Francesa. Se
trata del famoso "Liberté, égalité, fraternité", es decir,
"Libertad, Igualdad, Fraternidad", el cual originariamente era
"Liberté, égalité, fraternité, ou la mort". En pocas palabras,
como entrada introductoria, tenemos la intención de explicar las causas de su
origen, su significado y su pervivencia a lo largo de la historia, haciendo un
paralelismo entre el pasado y el presente más inmediato.
La Revolución
Francesa nació a raíz de una crisis profunda del Estado absolutista (déficit
crónico de 5.000 millones de libras; malas cosechas que significaron hambrunas
y enfermedades; aumento de los impuestos; malas condiciones de la mayor parte
de la población la que formaba parte del Tercer Estado -un 98% -; revuelta de
la nobleza contra la reforma fiscal...) y comenzó una etapa de transformaciones
importantes en el continente europeo, que significaron el fin del Antiguo
Régimen y el inicio de un ciclo revolucionario burgués.
Esta revolución
liberal supuso el paso de un régimen monárquico absolutista, de una sociedad
estamental y de una economía señorial, a un sistema político parlamentario y
constitucional, a una nueva sociedad de clases bajo el predominio de la
burguesía y la aplicación de los principios del liberalismo económico. La
Revolución Francesa tuvo el objetivo, principalmente, de recuperar los derechos
y las libertades que la población francesa había perdido en los siglos
anteriores. José Bálsamo fue el primero que utilizó durante la revolución los
principios universales de "Libertad,
igualdad y fraternidad" en un discurso pronunciado en la calle
Platiére en Paris (el cual se puede leer en el link que se encuentra al final
de la entrada).
Durante la etapa de
la Asamblea Nacional Constituyente (1789-1791), se aprobó el 26 de agosto de
1789 la "Declaración de los Derechos
del Hombre y del Ciudadano", el cual otorgaba a los franceses la
condición de ciudadanos libres e iguales ante la ley, con derechos naturales,
políticos y de propiedad. Por lo tanto, lleva implícito los principios del lema
de la Revolución. A continuación pueden ver algunos de los artículos más
significativos de la Declaración de los Derechos:
Artículo 1. Los hombres nacen y permanecen libres e
iguales en derechos. [...]
Artículo 4. La libertad consiste en poder hacer todo
aquello que no perjudique a tercero, por tanto, el ejercicio de los demás
derechos naturales de cada hombre no tiene otros límites que aquellos que aseguren
a los demás miembros de la sociedad el disfrute de estos mismos derechos. Estos
límites sólo pueden ser establecidos por la ley [...]
Artículo 6. La ley es la expresión de la voluntad
general. Todos los ciudadanos tienen derecho a participar personalmente o por
medio de sus representantes, en su formación. La ley debe ser la misma para
todos, tanto si protege como si castiga. Todos los ciudadanos, iguales ante la
ley, son igualmente admisibles a todas las dignidades, cargos y empleos
públicos [...]
Como muchos símbolos revolucionarios, el lema cayó en desuso en tiempos
del Imperio de Napoleón Bonaparte. Reapareció durante la Revolución de 1830, el
cual se ve reflejado en el lienzo “La libertad guiando al pueblo” de Delacroix,
en el que se puede ver una figura femenina media desnuda y armada con un fusil
que esta ondeando una bandera tricolor; es la personificación de la libertad y
de la nueva Francia por la cual está luchando junto con el resto de personajes
que representan todas las edades y clases sociales. Cuando se redactó la
Constitución de 1848 el lema “Libertad, Igualdad, Fraternidad” fue definido
como un principio de la República. Finalmente, ignorado por el Segundo Imperio,
se impuso en la Tercera República. El lema se inscribió en el frontón de los
edificios públicos con ocasión de la celebración del 14 de julio de 1880. Además,
se encuentra en las Constituciones de 1946 y 1958 y hoy en día es el lema de la
República Francesa y de la República de Haití.
Fuentes de información
PEREZ LEDESMA, Manuel y ARTOLA, Miguel.- Contemporánea: la Historia desde 1776, Editorial Alianza, 2005, Madrid.
Fuentes de información
PEREZ LEDESMA, Manuel y ARTOLA, Miguel.- Contemporánea: la Historia desde 1776, Editorial Alianza, 2005, Madrid.
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