Quisiera
comenzar, a modo de reflexión, sobre nuestro tema –Revoluciones- con unas
consideraciones sobre aquella entrevista
estudiantil al filósofo francés Jean Paul Sartre con motivo de la mal llamada
revolución estudiantil de Mayo del 68, ya que no quedó de ella, políticamente
hablando, más que el recuerdo de una revuelta, bastante romántica, eso sí, y de un hecho contestatario y curioso que
eclosionó la sociedad francesa, que ya comenzaba, una vez superada la
postguerra, a estar harta de la mala gestión política al no conectar los
intereses de la clase política con los legítimos intereses de una sociedad en
marcha, tanto la estudiantil como la
obrera.
Dicho
de otra manera, cómo los hijos de los
obreros, estudiantes de Nanterre, hicieron suyos postulados que en buena parte,
eran los de sus padres los cuales trabajaban en las fábricas por escasos
salarios.
Aunque
hemos aprendido que no es verdad que la Historia, con mayúsculas, se repite, es
posiblemente lo que puede estar ocurriendo ahora.
Digo
reflexión, porque para explicaciones
sobre el Mayo del 68 me remito mejor nuestro “querido Google” (San Google para
algunos), a la extensa bibliografía de todos los colores y tendencias, desde
las más cercanas al hecho histórico y por consiguiente más calenturientamente
revolucionarias, a las más sesudas y asentadas posteriores. También a los fácilmente accesibles artículos y noticias periodísticas de la época y a
los posteriores que matizaban su significado haciéndolo o inicio de posteriores
filosofías y modos de pensar y hacer políticos o punto de reflexión sobre el
poder de la juventud y su papel en la sociedad.
El que
suscribe, es de los que idealizando la cortísima revuelta pensaron una cosa y
acabaron pensando otra. De una furibunda tormenta en una calurosa noche de
verano, esto es, bonita y refrescante, como si fuera una alto
en el camino a mucho ruido y pocas nueces.
Me
remito también, cómo no, a la cantidad enorme de fotos (algunas de las cuales
espero que nuestros técnicos informáticos cuelguen aquí) que han deleitado y
siguen deleitando y embobando nuestras mentes con sus frases grandilocuentes y
bonitos poemas.
Decía, y digo,
que me quiero centrar en las breves y certeras respuestas del gran
sátiro (y si no que se lo pregunten a la sufrida Simone de Beauvoir) y filósofo
a las preguntas del estudiante, ya que
no han perdido actualidad y menos en el entorno actual universitario.
Le
preguntaban:
E: ¿Qué es la cultura?
JPS: -La cultura es “algo” que al ofrecerse se cuestiona.
E:¿Qué es el saber?
JPS: -El saber es siempre algo más de lo que creíamos que
sabíamos. Apenas lo aprendemos y creemos que lo hemos adquirido aparece un
nuevo saber que nos pone en cuestión lo que sabíamos.
E:¿Para qué sirve la Universidad?
JPS: - Solo para formar a hombres que cuestionan.
Sartre parte
de que el ser humano (estudiante) no
está dando por sentado y cierto, unas enseñanzas que son inamovibles.
Llama, sin duda, a la puerta de la objetividad, pero da más de
un toque certero en la capacidad humana de poner en cuestión “todo”,
partiendo de las premisas más ciertas e inamovibles y que parecen
incuestionables. Entiendo esta actividad básica y motor para todos, tanto para el enseñante como para el enseñado.
Algunos
de nuestros profesores sigue, en el oficio y práctica universitaria, como desde
la Edad Media (Giordano Bruno, Galileo y antes Pedro Abelardo, entre tantos),
en que comenzó a practicarse, este básico y simple postulado y otros desgraciadamente
no.
Quizá no lo siguen, no porque no lo sepan, sino porque al “enseñado” le resulta mucho más
fácil no entrar en la cuestión de cuestionar.
Es más
fácil, sin duda, no cuestionar, aunque para ese viaje no hacen falta estas alforjas,
o dicho en llano, personalmente soy de los queiensan que “al templo del saber” versus University, se viene a poner en cuestión todo, todo.
Es
importante ya que nos va la propia vida. Es la cuestión única. En la foto de la derecha, vemos a la rica heredera Carolina de Bendern ondeando una bandera del FNL vietnamita, lo que provocó que su abuelo la desheradase.